Sigo teniendo la esperanza de que podemos hacer un cambio en el país
Nelly Roque, activista, feminista y excarcelada.
No me arrepiento de nada, la verdad. No me arrepiento en lo absoluto, ni de haber estado en los tranques de aquí en Matagalpa y tampoco de haber estado presa porque yo siento que ese fue mi aporte para Nicaragua, para la liberación de este país y para la justicia de otras personas. Mis sueños y aspiraciones no han cambiado, por el contrario, ahora están más fortalecidos.
Me sumé a las protestas porque soy ambientalista, lo de Indio Maíz me indignó. Después vino lo del INSS, entonces sentía que ya no podíamos permitir más injusticias, ya habíamos alzado la voz, pensé que lo teníamos que volver a hacer ahora por las reformas del INSS.
El 26 de junio de 2018 íbamos con 5 personas del Movimiento 19 de Abril de Matagalpa a Managua. Un grupo de paramilitares disparó a nuestro vehículo y nos detuvieron. Los paramilitares estaban armados y nos comenzaron a apuntar y a amenazar. Comenzaron a gritar que nos iban a matar y nos golpearon. Nos amarraron y seguían con las amenazas de muerte. A mí me dijeron que me iban a matar y que… bueno, que me iban a violar y luego me iban a matar.
Nos tuvieron ahí, nos tomaron fotos, preguntaban nuestros nombres y confirmaban entre ellos que era a nosotros a quienes buscaban. Nos gritaban preguntando por armas y nos reclamaban a gritos: “¿Por qué le hacen esto a nuestro comandante?”
Nos subieron a golpes a una patrulla, no sabíamos a dónde íbamos, nos iban diciendo que nos iban a matar, que nos iban a torturar y que nos iban a tirar ahí en la Cuesta del Plomo.
Nos detuvieron en un montecito todo verde. Yo me acuerdo que lo único que podía tocar, porque tenía las manos para atrás, era el monte y sentirlo. Me quedé un rato ahí como desconectada, pero sintiendo el monte nada más. Mi otra compañera y yo fuimos las primeras presas políticas en llegar a la cárcel de mujeres La Esperanza, estuvimos un mes con las presas comunes.
Mi fortaleza ha venido de otras mujeres. Primero en la cárcel, junto con las otras presas políticas que fueron llegando, entre todas nos apoyamos y nos fortalecimos. Yo creo que sin ellas no hubiera podido sobrevivir mucho tiempo ahí. Hubiera sido más difícil. Luego de la encarcelación, mi familia y mis amistades, mujeres también, han estado constantemente pendientes de mí, apoyándome y cuidándome, han sido fundamentales para poder sostenerme en estos días.
Mi vida ha cambiado de todas las formas que se puede imaginar, me han asediado en mi casa, me han perseguido después de salir de actividades, me siguen si voy al banco o hacer otro mandado, han manchado dos veces mi casa con “PLOMO”, he tenido que dormir fuera de mi casa por el asedio policial, me amenazaban con mi hija, incluso me tuve que cambiar de casa, pero también me encontraron.
El ciberacoso que he recibido es de las cosas que más me han impactado, usaron fotos mías que circularon en las redes donde aparecía con la boca tapada, con los ojos huecos, mi cuenta personal de Facebook la reportaban como que estaba muerta, entonces la plataforma la convertía en una cuenta conmemorativa. Era un poco chocante ver todos los días que Facebook decía que yo había muerto y que esa era una cuenta conmemorativa para mis familiares y para mis amistades cercanas, y yo sentía que era un mensaje que me mandaban. Creo que nos han hecho esto, a todo el pueblo, por el simple hecho de oponernos y revelarnos.
Una de las cosas más difíciles para mí ha sido el poder sanar y sentirme bien. Tengo recurrentes ataques de ansiedad. Sin embargo, todo por lo que he pasado me ha permitido ser más consciente de mis cuidados, mentales y físicos. Creo que soy un poco más tolerante con otras personas. He aprendido a escuchar y a hablar, a conversar. He aprendido a también ser apoyo y respaldo para otras personas. Creo que ha cambiado muchísimo para bien mi relación con mi comunidad, con las personas que tengo aquí a mí alrededor. Sigo teniendo la esperanza de que podemos hacer un cambio en el país, sigo pensando que en Nicaragua podemos vivir en tranquilidad y sin miedo.
Para mí, resistir es sobrevivir.